Uno de los principales problemas que afecta a la población mundial es el del distinto reparto de los bienes; es decir, la diferencia existente entre los pueblos ricos y los pueblos pobres. La situación actual se puede abordar desde dos puntos de vista: las diferencias en el nivel de vida o consumo alimenticio, y las divergencias en el grado de educación.
a) Nivel de vida: Esta clasificación permite medir cualitativamente los serios desequilibrios entre los países. Este concepto se puede entender como la cantidad de bienes y servicios que consume normalmente una persona con una renta dada. Tradicionalmente, en los países desarrollados el nivel de vida se ha medido con un criterio cuantitativo (se habla de sociedades de consumo). Actualmente, como criterio general, se prefiere un ideal cualitativo: una mejor calidad de vida. Es el subconsumo el que caracteriza a los países subdesarrollados, llegando incluso solo a los mínimos vitales, básicos para la subsistencia. En las naciones que pertenecen a esta categoría, el consumo calórico medio por habitante y día es normalmente inferior a las 2.500 calorías. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera que un 50 por ciento de la población de estos países se encuentra subalimentada. Por el contrario, en los países desarrollados se produce un superconsumo generalizado. Existe en ellos una estructura de consumo según la cual solamente se dedica a la alimentación menos de un tercio del ingreso total (frente a un 60 por ciento en los países pobres), destinándose el resto a otros bienes y servicios. Así, frente a las carencias de vitaminas y proteínas de los países subdesarrollados, en las sociedades más avanzadas los problemas son la obesidad, el colesterol o los infartos.
b) El conocimiento: Un referente obligado para medir la repartición de la riqueza entre los países es la tasa de analfabetismo, íntimamente ligada a los niveles de vida, aunque en este caso en relación inversa. En los países económicamente desarrollados y de alto nivel de vida, las tasas de analfabetismo en adultos son inferiores al 3 por ciento. Es el caso de Europa, Japón, Rusia, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Canadá. En el extremo opuesto se encuentran países que sobrepasan el 70 por ciento de analfabetos adultos, como es el caso de Afganistán, Arabia y África.
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